miércoles, julio 05, 2006

Ventajas y desventajas de un amigo con ventaja.


Esto no es un cuento, pero empieza como un cuento.

Hubo un tiempo en que las relaciones amorosas fluían igual que el agua al abrir la llave. Dabas la vuelta a la manzana y volvías a casa tomada de la mano. Abrías los ojos después de una noche de sexo y tu acompañante te abrazaba y te pedía pololeo. Puede que esté idealizando, pero recuerdo que a mi abuela le faltaban dedos en las manos para nombrar los pololos que había tenido en su juventud (¡aquellos locos años 20!) Cuando un día me preguntó por los míos, me vi obligada a subirle el volumen a la televisión.Y esto fue lo que pensé.

Tener un pololo se ha convertido en un trabajo, abuela. Un trabajo part time, o un pituteo esporádico, nocturno, mental, corporal, existencial, de selección darwiniana. Yo te amo, tú me amas, amémonos, es un “final feliz” que depende más de tu esfuerzo personal que de esas flechas lanzadas al azar por Cupido. Vivimos en una sociedad donde todo cuesta, abuela, incluso lo que no tiene precio. Las personas ya no se abordan como antes: esperan ser abordadas. (Siempre hay excepciones, pero acá estamos hablando de reglas generales). Olvidémonos de esos chantas que te murmuran “hola preciosa” al oído y no son y jamás serán Marlon Brando en un Tranvía llamado deseo. La pasividad del otro –piensa en el James Dean de Al este del paraíso, abuela, sensible y frágil- te obliga a convertirte en predadora. Porque la manera más efectiva de traspasar ese pozo de paranoia-autoprotección-narcisismo que hay entre hombres y mujeres hoy en día, es irse directamente a la cama. Si logras eso, abuela, además te ganas su respeto. Mal que mal fuiste capaz de doblegarlo y llevarlo a una zona desconocida llamada INTIMIDAD.

Pero pensemos en nosotras, las mujeres. ¿De qué sirve tener sexo una noche con él? Fácil. Puede haber una siguiente y subsiguiente y así sucesivamente, hasta que la noche se convierte en el día, y de simple lover pases a ser una amiga, una amiga con ventajas. En esa relación amorfa, pero no por ello, insustancial, el sexo es la Tierra alrededor de la cual empiezan a girar otras cosas: las películas que ven juntos, los libros que intercambian, los bares que frecuentan. Aunque no te beses en público ni te presenten como “mi pareja” tú y él tienen espacio para hablar. Para conocerse. Para bostezar y dejar de demostrar que eres alguien valioso porque bajaste tal disco de Internet o porque sabes quién es Winnis.

Pasada la primera prueba, todo puede ocurrir, incluso el eclipse total: que el otro se enamore de ti. La mayoría de las veces, sin embargo, la órbita cambia de rumbo y vuelves a quedarte sola. Y así vas conociendo a otros hombres y acumulando más amigos con ventajas que cupones de descuento en el supermercado. Qué trabajo, abuela. Con tanta sobre oferta, te olvidas por qué habías elegido a tal persona, ya no esperas nada de nadie, y de repente, ocurre lo inesperado: uno de ellos se enamora de ti. Te frikeas. No sabes qué hacer. No quieres comportante igual que los cientos de tipos que de un día a otro dejaron de responder tus e-mails o tu celular porque encontraron nuevas amigas con ventajas. No quieres caer en la categoría de “perra” porque lo que te llevó hasta ahí eran tus genuinas ganas de amar y ser amada. Qué confusión. Esta dinámica perversa de los amigos con ventajas me hace pensar en una canción de Nutria que dice “la construcción de este corazón se cae a pedazos”.

La gracia es que coincida, abuela. No una vez, sino varias. Tantas o más que los dedos de tus manos.

Por María José Viera Gallo

3 Comments:

  • Muy bueno. Exagerado, pero bueno.

    Corre el riesgo de falacia xD

    By Blogger Von Den Sternen~, at 12:48 a. m.  

  • muy bueno!

    By Anonymous Anónimo, at 5:05 a. m.  

  • q excelente, nunca me había sucedido, pero ser amigos con ventajas, es la wea más hipócrita y cobarde que existe hoy en día, no eres verdaderamente amigo ni tampoco amante, sólo un maldito producto de consumo.

    By Blogger Macarena Vásquez, at 1:18 a. m.  

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