domingo, mayo 11, 2008

Una excusa para volver a verlo

Hoy fue demasiado extraño, lo peor es que me encanta esa sensación. Esas miradas cómplices y poco explicables. Aún así no puedo entender por qué no hablaste, no dijiste nada… si estuviste tan cerca. ¡Todo era tan fácil! Era cosa de que te sentases allí, a mi lado, tan sólo unos minutos y estoy segura de que hubiésemos hablado y podríamos decirnos lo que estábamos pensando.

No sé me paso por la cabeza que esas miradas eran para mí o esas sonrisas –y yo que creí que sonreías por mi estúpido comentario al teléfono o quizás por mi brusco movimiento, o por el garabato emitido o qué sé yo-, ¿por qué tengo tan poca capacidad de ver lo que pasa a mi alrededor?

Estabas lejos y ubicarte a mi lado fue lo más evidente que pudiste hacer. Es que no sabes la vergüenza que me daba mirar al lado y tú con tu cabeza gacha. Podrías haberte sentado y no! Te quedaste de pie, fue tan inocente… y la vergüenza era mutua. Y a mí que se me suben los colores a la cara más rápido que el común de la gente. Y tú que lo notaste, quizás sentiste que me incomodabas y te sentaste al frente… pero continuaste mirando.

Y tras el vidrio las miradas, las sonrisas continuaron. Intentaba pensar de dónde habías salido… y es que nunca te había visto. Y esa sensación y el rezo eterno “que se de vuelta”, “que mire una vez más”, “si sonríe es porque sí” y fue un sí, porque incluso después de mucho rato buscaste encontrar tus ojos con los míos. Y fue lo mejor que pudo haber pasado hoy.

¿Y ahora?, ¿ahora?, ¿dónde te encuentro? Ojalá que te vuelva a ver pronto. No necesito excusas para hacerlo. Lo más bacán es que tengo la seguridad de que muy lejos no vives, por ende la probabilidad de volver a verte dejó de ser cero.

Vuelve a ti

Yo creo que lejos es la mejor opción que pude haber tomado. Ciertamente había dejado de ser yo. Ya casi no veía mis amigos, no iba a las leñas, no hacías las cosas que me gustaban, no escuchaba la música que disfruto…

Me había transformado en una sombra de lo que él quería y espera de mí… en verdad no... hacía mil cosas para agradarte… y eso en verdad no es yo. Nunca lo había hecho y ahora que lo percato ¡qué idiota me siento! Si usted alguna vez lo vuelve a notar en mi tiene todas las atribuciones de azotar mi cabeza contra el piso.

Ahora vuelvo a mí, hago lo que me gusta, gasto el tiempo. Leo, escucho música, comparto, voy a las leñas, le saco provecho al día, lo disfruto al máximo y en mi rostro está esa sonrisa con la que toda la gente que me quiere me conoció. Y me siento tan, tan, tan bien con eso.

Cami alegría ¡bienvenida!

Cuando me fui no me aleje

No sé, esto me complica… quizás es sólo mi rollo de un algo nunca bien cerrado… pero es que tu actitud denota… pero es que tus palabras dicen… eres tan poco predecible… no logro comprender ni lo más mínimo…. si tan sólo pudiese entender un poco…

… Me lo imagine de alguien como yo, no de alguien como tú… ¿o es que acaso te pareces a una persona como yo?… tu filosofía es un enigma… contigo nunca se sabe… puedes adorarme y al segundo odiarme, recordar todo el mal que alguna vez te hice y olvidarlo, incluso perdonarlo y volverme a culpar…

Yo extrañaba tantas cosas de ti, pero no imagine que tú también lo hacías.
Muchas noches lo único que quise, lo único que pedía, que esperaba es que te acordases un poco de mi… es que me llevases de vuelta junto a ti. Cuántas veces no me mortifique y el insomnio se hizo más habitual con esa maldita sensación carcomiéndome la cabeza, el cuerpo, el corazón….

Y la respuesta –tan anhelada- está aquí… al fin… si lo hiciste… me extrañaste –tanto como yo a ti- me odiaste, me quisiste, me idolatraste, me culpabilizaste y estuve allí… contigo… como si nunca me hubiese ido… como nunca me fui.
Como tú tampoco te fuiste de acá…

Es cierto, faltan tantas cosas por decir, tantos abrazos por darnos, tantas miradas por entregar, tantas caricias por experimentar…
Lo mejor es que vamos de cero… como si nada hubiera sido.